martes, 29 de septiembre de 2009

ANTONIO Y VICENTE DE TORRES Y DE UZETA - Héroes del 2 de mayo




Don Mauricio Antonio de Torres y Uceta, nació en la Villa y Corte de Madrid, en el domicilio paterno de la calle del Peñón, el día 22 de septiembre de 1790. Recibió el bautismo en la Parroquia de los Santos Justo y Pastor, donde contrajeron matrimonio sus padres, siendo su madrina Dª. María Antonia González Villamía.

Tenía Antonio, en 1808, diecisite años cumplidos y transcurría sin mayores sobresaltos la vida cotidiana de su entorno familiar (él era el segundo hijo varón del hidalgo don Juan de Torres y Martínez de Ocaña, el cual había contraído segundas nupcias, con María de Uceta y Martín de Eugenio. Tuvieron tres hijos varones, Vicente, nuestro Antonio y Jerónimo. Al enviudar de don Juan en 1795, María contrajo nuevo matrimonio en 1797, con don Francisco de León), hasta que la trágica mañana del lunes dos de mayo marcarían su destino para siempre.

Esa mañana de lunes, él y dos de sus hermanos (Vicente, tres años mayor y una hermanita), al pasar por una travesía de las que rodean la Parroquia de los Santos Justo y Pastor, vieron venir a una multitud desordenada, que procedente de la Plaza de la Villa, casi les arrolló, empujándoles en dirección a la Plaza Mayor. Tratando de impedir que la masa los separara e ignorantes de lo que se preparaba en el centro de la capital, se apresuraron en dirección a la Puerta del Sol. Pero al llegar a la plaza, advirtieron que también allí se combatía. Resueltos a proteger a su hermanita de corta edad, echaron a correr en dirección al edificio que más amparo parecía proporcionarles, la Iglesia del Buen Suceso, la cual, situada en uno de los extremos de la Plaza, en la confluencia de la Calle de Alcalá y la Carrera de San Jerónimo, parecía un buen refugio. Antes de llegar al edificio Antonio se hizo con el sable de uno de los franceses que yacía en el ensangrentado pavimento de la Plaza y se introdujeron en el interior del Templo, El intrépido Antonio, al que secundaba su hermano, sujetó e inmovilizó a la pequeña con su faja a una celosía de hierro, en el sitio más seguro e inaccesible que pudo encontrar y sable en mano, se dispuso a defender el acceso a este lugar, (que según él señalaba, estaba en lo alto del tramo de una escalinata).


Portada del nº 15 de la publicación "Madrid Histórico", conmemorativa del Bicentenario del 2 de Mayo, donde se recrea la heróica participación de los hermanos Antonio y Vicente de Torres

Siempre se refirió, que la iglesia había sido defendida, entre otros, por “los Torres” y que con valor y arrojo, en compañía de otros madrileños, combatieron contra los franceses. Cuando los soldados abandonaron el lugar, Antonio y su hermano, que estaban entre los supervivientes, desataron a su hermanita y escaparon de allí. Mas tarde, apagados ya los tristes ecos de la sublevación, Antonio supo que estaba siendo buscado activamente por los franceses, pues la posesión del protector sable, le hacía reo de sedición según el bando que hizo público Murat. No tuvo más alternativa que aquella misma noche, abandonar secretamente Madrid despidiéndose de su madre y hermanos.

También su prima, Dª. Josefa de Torres y su esposo el insigne calígrafo don Torcuato Torio de la Riva, tuvieron que abandonar la Villa y Corte con tres de sus cuatro hijos. Sabemos por un testamento otorgado en Madrid, en el año 1811, que su hijo mayor Marceliano, que estudiaba para eclesiástico, estaba como él, en paradero desconocido desde hacía al menos dos años.

Antonio de Torres, terminó arraigándose a partir de 1812 en Villena (Alicante), como queda atestiguado en el “Padrón General para Vecinos Forasteros” recogido en el año 1825. Allí contrajo matrimonio con la villenense Isabel Gadea Rubio y fijo su domicilio permanente en el nº 11 de la Plaza de Sta. Maria.